sábado, julio 19, 2014

Lluvia.

No sé la hora exacta que es, sólo que es lo suficientemente tarde para que sea raro escribir a esta hora.
Podría saberlo girando mi cabeza hacia mi lado, pero esta vez prefiero el beneficio de la duda, ésta vez no me mata.
Hace un rato, cuestión de minutos supongo, empezó a llover. 
No cualquier lluvia, sino esa que cae tan fuerte ante el silencio de las calles que la puedes oír haciéndoles daño.
Por un momento pensé en salir y dejar que me hiera también, pero no lo hice por falta de ímpetu. Por miedo. Y en ese momento, mirándola caer desde la ventana, acepté que tengo miedo. 

Pero no sólo de ella.


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