Érase una vez una mesa.
Pasaron veinte años y la barnizaron porque perdió un poco de color.
Pasaron otros veinte y las termitas pensaron que era un buen aperitivo.
Pasó un mes y una pata se fue a la mierda, acto seguido se rompió el cristal y finalmente el tiempo se ocupó del resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario